Galería Sala Adentro, Cuenca, Ecuador
2021
En la lengua mapuche existe un término para referirse a la idea de traer a la memoria sensaciones, nostalgias y ausencias: la palabra Duamkunün, que puede traducirse como “hacer recuerdos”, es el nombre elegido por Danilo Espinoza para esta exposición que, tanto desde lo conceptual como lo técnico y material, es parte de los resultados de un proyecto de creación e investigación que le da continuidad a su trabajo iniciado el año 2015 con “Ñamen, desaparecer, venir en olvido”, en torno al reconocimiento y visibilización de la violencia y abusos hacia el pueblo mapuche durante la dictadura chilena (1973-1990).
A partir de un trabajo en terreno de carácter etnográfico, desarrollado principalmente en la 8ª, 9ª y 14ª región de Chile, Espinoza ha contactado en los últimos 5 años, a familiares de mapuche víctimas de la dictadura, con el fin de rescatar sus historias, acceder a los objetos y fotografías de sus archivos personales, para dar paso a la reconstrucción de sus biografías y la posterior realización de obras gráficas elaboradas con humo sobre papel, que en esta ocasión expone durante el mes de septiembre del presente año en la galería de arte Sala adentro en la ciudad de Cuenca, Ecuador.
El curador de la muestra Hernán Pacurucu (Ecuador), propone en su lectura del trabajo de Espinoza que, se debe entender el humo como un aporte semiótico, cargado de un simbolismo presente en el sentido mismo de lo ancestral como elemento configurante de un pasado y presente identificatorio de los pueblos originarios, y desde esta mirada, adquiere un valor cultural, el humo transformado en pigmento, hollín producido en el hogar (hoguera), que en la mayoría de las viviendas (Ruka) se impregna en las paredes, residuo de un espacio ocupado, habitado y por tanto vivido, huella innegable de que hubo actividad, de que se hiló una historia, el humo como rastro de vida; desde esta perspectiva cobra valor como dispositivo teleológico, y que en su obra busca un fin, un propósito, anclado en ese poder de la imagen; imágenes que crean este humo sobre el papel y que nos llevan a sumergirnos en una discursiva crítico-política. (sentido mismo de la obra).
El humo se transfigura como un elemento inestable, instrumento volátil cuyo registro final (documento tangible) se siente débil, tinta etérea que se pensaría que con un soplo se desvanecería, borrando tras de sí esa importante documentación (archivos de la memoria) y con ella a esa historia, la que importa, y es que el hollín tiene esa característica la de fugar, para que con ella se subvierta la imagen, entendida como registro de algo importante, fin del recuerdo, fin de la memoria, sabiendo que un pueblo sin memoria esta destinado a repetir la historia varias veces.
Y es ahí en donde nos detenemos ya que, para Espinoza, el eje del poder (llámese, estado, corporación, o empresa) es el que ha impulsado -bajo esas estrategias de coerción- el interés por borrar ese sentido real, de una historia verdadera, la historia de los pueblos, sobre la consigna inscrita en al acto de borrado de la misma, y por otro lado, en el implante de esa historia, la de los que más tienen, de los poderosos, los que hacen la historia oficial, y es por ello mismo que el trabajo de Espinoza se convierte en prioritario en el instante en que el artista por medio del arte, de su arte, propicia una incidencia crítica que nos permite a nosotros como espectadores atentos a su trabajo, reestructurar toda nuestra concepción de mundo para proceder tal como él lo hace, peinando la historia a contrapelo.